Hace unos días en la presentación del último libro de José Luis Quintero, Liderazgo Basado en Virtudes, alguien del público hizo una pregunta de las que me gustan saborear con una copa de vino: “¿Dónde están los líderes de hoy?”.

Y es que más allá de nuestra costumbre de admirar más a los muertos que a los vivos, las personas tendemos a crear expectativas en los demás sobre cómo tendría que ser nuestra vida. Esperamos responsabilidad de los políticos, las empresas, el jefe, los profesores, nuestros padres, la pareja, los amigos, los hijos… de escribirlo ya me agoto. Queremos que hagan lo que tienen que hacer, que se comporten “bien” con nosotros 🙂

Esto, amigos, es inalcanzable e insostenible. Pero no todo está perdido. El austriaco Alfred Adler, creador de la psicología individual, revolucionó las teorías del psicoanálisis, proponiendo que nuestro propósito de vida consista en:

  • Tener el valor de ser nosotros mismos, que no vivamos en función de cómo otros, la sociedad, quieren que seamos. Que nos relacionemos de forma horizontal, dejando atrás cualquier sentimiento de inferioridad o superioridad con los demás.
  • Recuperar el sentimiento de comunidad, sintiendo que formamos parte de un todo y que nuestro valor reside en el impacto que tenemos en otras personas.

Si cada uno fuera capaz de seguir su propósito, cada uno sería el líder que buscamos fuera de nosotros.

Claramente no es una tarea fácil, es una responsabilidad y una oportunidad para sentirnos “bien” con todas nuestras relaciones, empezando por la que tenemos con nosotros mismos.

Esto es algo que vivimos en la filosofía Axius cuando asesoramos en liderazgo sostenible y colaboramos en la planeación estratégica de nuestros clientes. Como profesionales del sector de la Responsabilidad Social Corporativa, solemos analizar campañas, programas y casos de éxito de empresas. Y a pesar de que siempre hay aspectos cuestionables, la conclusión es: ¡al menos tienen el valor de hacer algo!, no se quedan con ganas de empezar. Todo suma.

Satisfacción y engagement con clientes, empleo digno, diversidad e inclusión, huella ambiental, voluntariado, donativos a causas sociales, logística inversa, pueden ser las acciones más destacadas para impulsar la sostenibilidad de un negocio.

Ser más humilde, leal, valiente, paciente, disciplinado, auténtico, responsable y menos controlador, rencoroso, injusto y menospreciado son ejemplos de liderazgo sostenible.

En definitiva, no se trata de ser un líder o una empresa perfecta, se trata de ser conscientes de los impactos que tenemos sobre nosotros y los demás, buscando mejorarlos cada día.

¡Salud!

María Gomez
Socia Directora